lunes, 10 de febrero de 2020

VIAJE A BARILOCHE

Se me ocurrió pensar en este lugar cuyo aire yo ya sabía respirar, entonces me puse a buscar sus coordenadas, de eso hace ya mucho tiempo. No se encontraba lejos, como casi todo en nuestro planeta, es la distancia del pensamiento la que, a veces, se hace mayor que la del propio trecho físico. Pero la cuestión, la verdadera cuestión, era que yo nunca estuve allí, como en tantos y  tantos otros lugares.
La tela de araña que teje este mundo,  nos permite llegar a cualquier lugar existente e inexistente para que intentemos vivir la aventura de sentir otra brisa en el rostro dormido o radiante de sorpresa.
Creo que nací con Bariloche  dibujado en el mapa de mi corazón y de mi memoria. Incomprensiblemete, sin explicación posible, me salté la rueda de historiales y formularios para concluir que nací con Bariloche añadido al último cabo de mis propios genes y de mi propia esperanza, como si en el último momento la esencia de este lugar hubiera saltado al tren de mi vida con el cometido de decirme algo, de mostrarme algo, de guiarme por los lares sin luz para enfilar esta línea recta que me une con su alma de ciudad...

No sé porqué, ni tampoco es necesario averiguarlo ahora, pero tendré que reservar un vuelo , un tiempo de mi tiempo, para viajar a este mundo viejo y nuevo que me anda esperando desde hace tanto.
Ya les contaré a mi regreso.

sábado, 25 de enero de 2020

BARRIO OBRERO




Calculé una distancia equivocada, sin embargo me sirvió para llegar en el tiempo estimado. Fue así como emprendí rumbo hacia aquí. Y llegué, como llegan los necios vencidos; desarmado y desalmado, cubriéndome las heridas con mis alas cansadas y rotas.

Reconozco mi barrio, incluso desde aquel lado de los confines del mundo donde me hallé, y doy las gracias a quienes me ordenaron seguir caminando. Fue por eso que regresé a nuestra vida, a nuestro espacio de sonrisa y de inevitable penumbra. 
Este barrio, cuyo nombre contiene todos los nombres que en él habitan y habitaron, lleva palabras escritas en sus paredes, tiene coincidencias imposibles, dibujos volando en sus fachadas azules, toques de queda de golondrinas llegadas galopando por el aire, o por el reverso del viento, o por esa otra corriente continua que todo lo une y todo lo mueve. Rastros, sin duda, de una misma cosa, una misma singladura segura por la que pasar la encrucijada que no deja ver nada de lo que existe al otro lado.
En mi barrio hay recién llegados huidos del miedo, y mercenarios de la pluma, huidos de la inspiración. Se generan nuevos bullicios, con voces distintas pero con las mismas  palabras recogiendo el anhelo y la soledad y la ausencia y la carencia, y el frío y la pérdida... y la remota esperanza.
Pero este mar del espacio-tiempo en que nos movemos; mi barrio, es capaz de normalizarlo todo, de devolverle la vida en su justa medida a todo el que, de una u otra manera, comenzó a perderla.