domingo, 18 de noviembre de 2018

A VECES ME OCURRE...


A veces me ocurre que escucho lo que nadie puede oír.  Hay noches que son canciones  lanzadas como puyazos de rabia, abucheando los oscuros mandamientos desde el otro extremo de la ciudad; ecos vivos de un tiempo pasado llegados para  mostrarme, con la voz de sus letras inéditas, las secuelas del pasado y los laberintos que aún nos aguardan. 

Otras veces, algunas tardes de viento caprichoso e imposible de poniente,  percibo el chillido y el vuelo vigilante del águila sobre mi cabeza, con su plumaje silbando en las alturas. Puedo sentir en mi piel las coordenadas de su vuelo curvilíneo y perfecto, y hasta el frío sosteniendo sus alas, y su mirada puesta en mí.

Oigo a la gente, me encuentro con las punzadas de sus conversaciones dispares y caóticas llegando con nitidez meridiana hasta rodearme, y me siento vulnerable, porque mi mente agotada es incapaz de discriminar tanto sonido, tanta sílaba encadenada e interminable.No  logro encontrar un espacio de silencio donde ponerme a salvo. 

Te oigo a ti, al otro extremo del mundo, y salgo de mi letargo forzado, puedo escuchar tus palmadas al atardecer urgiendo al ganado camino del ejido, y el eco de tus gritos sin tregua perdurando eterno en  los barrancos, y tus cantos de regreso que anulan al miedo y sanan las heridas. Puedo escuchar las fanfarrias de tus pájaros al atardecer y les confío mis lamentos por no poder ser uno de ellos sobrevolando tus ramblas doradas.

A veces ocurre, que me rodea un misterio sonoro que solo yo escucho, como un estrépito de lápices dando fe de los últimos compases de la batalla, y siempre su misma escuadrilla de preguntas repentinas y respuestas trasnochadas arrasando mi calma. 

A veces me ocurre que nadie escucha como yo, a este lado del tiempo, el romper de las olas del mañana.

2 comentarios:

  1. A veces me ocurre que escucho una melodía muy muy hermosa, casi imperceptible al inicio, pero que en pocos minutos acaba irrumpiendo estrepitosa y dulcemente por todo el espacio que habito. Miro a mi alrededor sorprendida y maravillada pero nadie parece oirla.

    ¡¿Cómo es posible que algo tan bello...?! Trato de gritar por encima del encantador sonido. Por delante de mí pasean presumidamente cada uno de sus estrepidantes acordes coreados por armónicos de intensidad cambiante. La música en aumento se extiende hasta lugares lejanos a los que no me alcanza la vista. ¡Es tan bella...1 que la silbo y la entono loca y alegremente, para no olvidarla, ¡para que todos puedan oírla!

    A veces me ocurre que trato de imaginármela escrita para acabar cayendo en la cuenta, de que es imposible... nunca aprendí a escribir música.

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    1. La imaginación es poderosa, tanto lo es que puede llevarnos a alcanzar lo imposible y ponerlo en nuestra vida convertido en dulzura cotidiana.
      Aprenderemos juntos a leer y a escribir la música que silbamos, te lo prometo.

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